Relato 002: Las princesas Emis y Saris dibujan olas en el mar

 


Esa tarde de domingo de febrero, las princesas Emis y Saris salieron a caminar por el bosque de Costa Quilén, que recorrían de principio a fin, desde el cerro hasta el borde de la playa.

Su lugar preferido era el rincón de los juegos, con camas saltarinas gigantes y columpios con cuerdas de todos los colores.

Había algo especial allí, entre los eucaliptus y los arbustos amarillos. Un secreto que solo ellas conocían. 

Cada vez que se escuchaba un suave tintineo, aparecía la silueta de Wandalin, esa hada inconfundible, con sus alas brillantes y su varita mágica.

¡Hola princesas! -dijo Wandalin.

¡Hola hada madrina! - respondieron Emis y Saris, al unísono.

¿Les gustaría dibujar olas en el mar? -preguntó Wandalin.

Las princesas se miraron, sonrieron y en un abrir y cerrar de ojos, sintieron el chasquido de la varita poderosa y un fuerte cosquilleo en los pies.

Con sorpresa se dieron cuenta que ya estaban suspendidas en el aire.  Solo tenían que agitar los brazos y mirar al horizonte.

Emis y Saris volaron sobre la playa, pasaron por encima de unas pequeñas rocas y en pocos segundos se posaron suavemente en la cubierta de uno de los veleros  blancos, anclados frente a la Caleta de Horcón.

Con sus lápices de puntas redondas, las princesas empezaron a dibujar olas -chicas y grandes, llenas de espuma- con bordes recortados a lo alto y ancho de las velas gruesas del velero abandonado.

En eso estaban Emis y Saris cuando se acercaron unos visitantes bailarines, coquetos y ágiles. Eran delfines bebés. Querían jugar con las princesas.

¿Quieren dar un paseo? -dijo el mayor de los delfines.

¡Felices!  -respondieron las precoces artistas.

Así, a bordo de esos cariñosos cetáceos de piel fina, azul-grisácea, las princesas cumplieron un triple sueño: volar, viajar con delfines y dibujar olas en el mar.
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